“Amar no es mirarse el uno al otro es mirar juntos en la misma dirección”

Antoine de Saint Exupery

viernes, 24 de febrero de 2012

PREMIOS "BIF" A3F

En la web de A3F hemos comenzado a buscar películas, comerciales, noticias que valoren la familia para dar los premios BIF (buena imagen de la familia) al final de este año 2012, los premios están en sus manos, con el voto popular de las gente que entra en nuestra web. Esta es la primera propuesta 1.- "Reconcilación Coca-Cola".

TESTIMONIO: Fuera de casa… regreso al hogar


A los 18 años soñaba con que me casaría con un príncipe azul, tendríamos dos hijos, sería periodista y viajaría como corresponsal de una revista de prestigio. También cursaría un master para mejorar mi inglés… Pero esa novela se transformó en otra muy distinta con el paso de los años. Eso sí, como en los cuentos de hadas, algunas partes de la historia se hicieron realidad.


Opus Dei -
Me llamo Ana María Gálmez y me casé con mi príncipe azul, del que me enamoré a primera vista y que después de 30 años de matrimonio me sigue quitando la respiración. Tuve hijos. Pero no dos como había pensado, sino siete. Estudié periodismo. Pero no me convertí en corresponsal extranjera, sino que trabajé en revistas femeninas. Mi carrera profesional se desarrolló en el ámbito de la comunicación estratégica y en la Universidad,  formé equipos y cuando sentía que ya podía sentarme tranquilamente en el sillón de jefa… de un plumazo mi vida sufrió un vuelco.

Tuve que dejar mi país. Al filo del medio siglo de vida, con hijos mayores y algunos a punto de casarse me convertí en una expatriada en España, y tuve que dejar en Chile amigos entrañables, padres, hermanos e hijas, truncar una carrera profesional para acompañar a mi marido en un nuevo desafío profesional y, de alguna manera, empezar de cero.

Crucé el charco, como les gusta decir por estas tierras, convencida de que mi vida sería parecida a la que llevaba en Chile. Pero al poco tiempo, me encontré dedicada en alma y cuerpo a esas labores de las cuales me gustaba tanto teorizar pero poco practicar: las del hogar.

"En estos tres años en Madrid he tenido que luchar con mis “demonios” internos y convencerme por elección propia"
Una casa acogedora, acoge
En estos tres años en Madrid he tenido que luchar con mis “demonios” internos y convencerme por elección propia (ya que esta es una tarea que nadie me ha impuesto) que por unos años Dios ha dispuesto unas circunstancias concretas: una labor cien por cien dedicada a mi familia y escondida a ojos del mundo.

Al principio no fue fácil. Al igual que muchas mujeres de mi generación tenía en el subconsciente que el hogar -como sentenciaba Betty Friedan, la fundadora del movimiento Now- es “un confortable campo de concentración”. Un slogan con el que hemos crecido y madurado muchas generaciones de mujeres, huyendo de la cocina y del armario de la limpieza como las ovejas del lobo. 

Opus Dei -
Y, sin embargo, la realidad, como he comprobado en estos años, es que una casa acogedora, acoge. Y para que haya ese calor de hogar, donde todos reponen fuerzas (marido, hijos y amigos), se necesita que alguien se preocupe por mantenerlo. Ese papel –hoy más que nunca soy una convencida, después de este master intensivo– está en nuestras manos.

El talento para comunicar

Soy supernumeraria del Opus Dei desde hace casi tres décadas y me ayudó mucho una frase de San Josemaría: “Al pensar en los hogares cristianos, me gusta imaginarlos luminosos y alegres, como fue el de la Sagrada Familia”.  Estos años he podido fusionar la práctica con la teoría y así puedo ayudar a mis nuevas amigas a encontrarse con Dios en la cocina, en los deberes de sus hijos, acompañando con ilusión a un padre anciano, en la interminable labor diaria de llevar y traer niños de un lado para otro… Ese calor de hogar ha sido el punto de atracción para que muchos busquen refugio, consuelo, cariño, en un mundo donde hoy la mayor pobreza es la soledad. 

En mi caso, la dedicación a estas tareas más domésticas me ha ayudado a integrarme en mi nuevo país. Como buena latina, me gusta invitar a mi casa. Poco a poco, con una comida, organizando un café con madres del colegio, compartiendo una receta chilena o realizando una actividad de voluntariado, he tenido ocasión de conocer a muchas de mis actuales amigas.

Opus Dei -
Mi pluma periodística no ha destacado en ningún medio español en este tiempo, pero mi “talento” para comunicar me ha ayudado a especializarme en dar clases sobre temas que ahora conozco al revés y al derecho: los desafíos de la mujer profesional, la educación de los hijos, las nuevas tecnologías y las virtudes humanas.

Soy una convencida de que todo lo que nos pasa siempre es “para” algo. Es una experiencia de crecimiento para luego poder ayudar a otro a enfrentar una vivencia parecida. Así pasa con la enfermedad, con un revés económico, con la muerte de un ser querido o, como en mi caso, con cambiar de país de la noche a la mañana. De la mano de Dios todas las cosas adquieren sin duda otro valor y dimensión.

Ser un refugio donde los demás pueden acudir

Tenemos un cuaderno donde el que pasa por casa escribe unas líneas. La gran mayoría -a estas alturas de nuestra estancia no son pocos- destacan siempre lo mismo: que se llevan un recuerdo de unos días de vida en familia, donde lo que más les ha gustado ha sido el cariño, la alegría y la comida casera que han podido disfrutar. Y cuando leo estas líneas me gusta pensar que mi familia es como la de esos primeros cristianos que contagiaban la fe a otros a través del ejemplo en sus actividades cotidianas de todos los días. El mejor resumen de estos años, es que siempre donde uno esté, se puede amar a Dios y servir a los demás y que esa fórmula es sinónimo de felicidad. 

viernes, 17 de febrero de 2012

Para leer en CARNAVAL: Jugar para vivir: ocio y tiempo libre (1)


Jugar es necesario para disfrutar de la vida. Se aprende además a ganar y perder, a usar la imaginación, a estar con los demás...


Hoy, en muchos países, el sistema educativo da a niños y jóvenes cada vez más tiempo libre, de modo que muchos padres son especialmente sensibles a la importancia de esos momentos para la educación de sus hijos. 

Opus Dei - Foto: Seema K K
Foto: Seema K K
En ocasiones, sin embargo, el principal temor es que “se pierda el tiempo” durante los periodos no lectivos. Por eso, muchas familias buscan actividades extraescolares para sus hijos; no es raro que estas posean cierto corte académico –un idioma o un instrumento musical–, que complete sus estudios.
 
EL VALOR DEL TIEMPO LIBRE
El tiempo libre posee unas virtualidades educativas específicas, «potenciar y valorizar el tiempo libre de los adolescentes y orientar sus energías»

En esas horas diarias en las que las obligaciones académicas se interrumpen, en mayor o menor medida, el joven se siente dueño de su propio destino; puede hacer lo que realmente quiere: estar con sus amigos o su familia, cultivar aficiones, descansar y divertirse del modo que más le satisface. 

Opus Dei - Foto: visitflanders
Foto: visitflanders
Ahí toma decisiones que entiende como propias, porque se dirigen a jerarquizar sus intereses: qué me gustaría hacer, qué tarea debería recomenzar o cuál podría aplazar... Puede aprender a conocerse mejor, descubrir nuevas responsabilidades y administrarlas. En definitiva, pone en juego su propia libertad de un modo más consciente. 

Por eso los padres y educadores deben valorizar el tiempo libre de quienes dependen de ellos. Porque educar es educar para ser libres, y el tiempo libre es, por definición, tiempo de libertad, tiempo para la gratuidad, la belleza, el diálogo; tiempo para todas esas cosas que no son “necesarias” pero sin las que no se puede vivir.

Este potencial educativo puede malograrse tanto si los padres se desentienden del ocio de los hijos –siempre que cumplan con sus obligaciones escolares–, como si lo ven solo como una oportunidad de “prolongar” su formación académica. 

En el primer caso, es fácil que los hijos se dejen llevar por la comodidad o la pereza, y que descansen de un modo que les exija poco esfuerzo (por ejemplo, con la televisión o los videojuegos). 

En el segundo, se pierde la especificidad educativa del tiempo libre, pues este se convierte en una especie de prolongación de la escuela, organizada por iniciativa casi exclusiva de los padres. Al final, desafortunadamente, la imagen del vivir que se trasmite es la de una existencia dividida entre obligaciones y diversión. 

Opus Dei - Foto: SaZeOd
Foto: SaZeOd
Conviene, por tanto, que los padres valoren con frecuencia qué aportan al crecimiento integral de los hijos las actividades que realizan a lo largo de la semana, y si su conjunto contribuye de modo equilibrado a su descanso y a su formación.

Un horario apretado significa que el hijo hará muchas cosas, pero quizá no aprenderá a administrar el tiempo. Si se quiere que los hijos crezcan en virtudes, hay que facilitarles que experimenten la propia libertad; si no se les da la posibilidad de elegir sus actividades favoritas, o se les impide en la práctica jugar o estar con los amigos, se corre el riesgo de que –cuando crezcan– no sepan cómo divertirse. En esta situación, es fácil que acaben dejándose llevar por lo que la sociedad de consumo les ofrece.

Educar en el uso libre y responsable del tiempo libre requiere que los padres conozcan bien a sus hijos, porque conviene proponerles formas de ocio que respondan a sus intereses y capacidades, que les descansen y diviertan. 

Los hijos, sobre todo cuando son pequeños –y es el mejor momento para formarles en este aspecto– están muy abiertos a lo que los padres les presentan; y si esto les satisface, se están sentando las bases para que descubran por sí mismos el mejor modo de emplear los tiempos de ocio. 

Evidentemente, esto requiere imaginación por parte de los padres, y espíritu de sacrificio. Por ejemplo, conviene moderar las actividades que consumen un tiempo desproporcionado o llevan al chico a aislarse (como sucede cuando se pasan horas frente al televisor o en internet). Es mejor privilegiar aquellas que permiten cultivar relaciones de amistad, y que le atraen espontáneamente (como suele ser el deporte, las excursiones, los juegos con otros niños, etc.). 

JUGAR PARA CRECER
Pero de todas las ocupaciones que se pueden desempeñar en el tiempo libre, hay una que los niños –y no solo ellos– prefieren sobre las demás: el juego. 

Resulta natural, porque el juego se asocia espontáneamente a la felicidad, a un lugar donde el tiempo no es pesado, a una vivencia abierta a la admiración y a lo inesperado. En el juego uno muestra su identidad más propia: se implica con todo su ser, con frecuencia más incluso que en bastantes trabajos. 

El juego es, ante todo, una prueba de lo que será la vida: es un modo de aprender a utilizar las energías que tenemos a disposición, es un tanteo de capacidades, de lo que podemos realizar. El animal también juega, pero mucho menos que el hombre, precisamente porque su aprendizaje se estabiliza. Las personas juegan durante toda su vida, pues pueden seguir creciendo –como personas– sin limitación de edad. 

La naturaleza humana se sirve del juego para alcanzar el desarrollo y la madurez. Jugando, los niños aprenden a interpretar conocimientos, a ensayar sus fuerzas en la competición, a integrar los distintos aspectos de la personalidad: el juego es un continuo reto. 

Opus Dei - Foto: Andrei!
Foto: Andrei!
Experimentan reglas, que hay que asumir libremente para jugar bien; se marcan objetivos, y se ejercitan en relativizar sus derrotas. No cabe juego al margen de la responsabilidad, de forma que el juego contiene un valor ético, nos ayuda a ser sujetos morales.

Por eso, lo normal es jugar con otros, jugar “en sociedad”. Tan radicado está este carácter social, que incluso cuando los niños juegan solos, tienden a construir escenarios fantásticos, historias, otros personajes con los que dialogar y relacionarse. En el juego los niños aprenden a conocerse y a conocer a los demás; sienten la alegría de estar y divertirse con otros; asimilan e imitan los roles de sus mayores.

Se aprende a jugar, principalmente, en la familia. Vivir es jugar, competir; pero vivir también es cooperar, ayudar, convivir. Es difícil comprender cómo se puedan armonizar ambos aspectos –competir y convivir– al margen de la institución familiar. El juego es una de las pruebas básicas para aprender a socializar. 

En definitiva, el gran valor pedagógico del juego reside en que vincula los afectos a la acción. Por eso, pocas cosas unen de un modo más inmediato a padres e hijos que jugar juntos. Los padres han de ser amigos de sus hijos, dedicándoles tiempo. Ciertamente, a medida que los hijos crecen, habrá que adaptarse.

Pero esto sólo significa que el interés de los padres por el ocio de sus hijos adoptará nuevas formas. Se les puede, por ejemplo, facilitar que inviten amigos a casa, o asistir a las manifestaciones deportivas en las que participan… Iniciativas que, además, permiten conocer a sus amigos, y a sus familias sin dar la errada impresión de que se les quiere controlar, o de que se desconfía. 

También se puede, con la ayuda de otros padres, crear ambientes lúdicos en los que se organicen diversiones sanas, y cuyas actividades se desarrollen teniendo en cuenta la formación integral de los participantes. Hay que hacer lugares en los que se les ayuda a descubrir que hay un tiempo para cada cosa y que cada cosa tiene su tiempo, y que en todas las edades este ambiente les deje un poso en las personas que les rodean. Por ejemplo Clubes Infantiles y juveniles donde los padres están seguros que la diversión de su hijo es la adecuada.

Opus Dei - Foto: NKPhilips
Foto: NKPhilipsAs clubes juveniles son lugares donde se enseña a ser «expertos de humanidad»; por eso, sería una gran equivocación plantear su interés solo en función de los resultados académicos o deportivos que alcanzan.

JUGAR PARA VIVIR
En griego, educación (paideia) y juego (paidiá) son términos del mismo campo semántico. Y es que aprendiendo a jugar se adquiere, a la vez, una actitud muy útil para afrontar la vida.

Aunque parezca paradójico, no sólo los niños tienen necesidad de jugar. Incluso se puede decir que el hombre debe jugar más cuanto más anciano sea. Todos hemos conocido personas a las que la vejez ha desconcertado: descubren que no tienen las fuerzas que tenían antes, y creen que no pueden afrontar los desafíos de la vida. 

Una actitud que, por lo demás, podemos encontrar en muchos jóvenes, ancianos prematuros, que parecen carecer de la flexibilidad necesaria para acometer situaciones nuevas.

Por el contrario, probablemente nos hemos relacionado con personas mayores que mantienen un espíritu joven: capacidad de ilusionarse, de recomenzar, de afrontar cada nuevo día como un día de estreno. Y esto aunque a veces posean limitaciones físicas notables. 

Estos casos ponen de manifiesto que, a medida que el hombre crece, cobra cada vez más importancia encarar la vida con cierto sentido lúdico. Porque quien ha aprendido a jugar sabe relativizar los logros –éxitos o fracasos– y descubrir el valor del juego mismo; conoce la satisfacción que da ensayar nuevas soluciones para ganar; evita la mediocridad que busca el resultado, pero arruina la diversión. Disposiciones que pueden aplicarse a las cosas “serias” de la vida, a las tareas corrientes, a las nuevas situaciones que, abordadas de otro modo, podrían llevar al desánimo o a un sentimiento de incapacidad.

Trabajo y juego tienen sus tiempos diversos: pero la actitud con la que uno y otro se planean no tiene por qué ser distinta, pues la misma persona es quien trabaja y quien juega. 

J.M. Martín y J. Verdiá

Los medios de comunicación y la familia

Los medios, al servicio de la familia ¿Qué imagen de la familia se ofrece en televisión? ¿Puede educar un videojuego? ¿Es posible leer junto a los hijos? El proyecto Family & Media, afronta la relación entre medios de comunicación y familia.

La relación entre los medios de comunicación y la familia es compleja pero a la vez propone desafíos apasionantes: uno de ellos es el modo en que los valores familiares se representan en la esfera pública; otro, el impacto formativo o des-educativo de los contenidos y de los hábitos relacionales que generan en los usuarios.

Para estudiar estos aspectos, realizar propuestas educativas y buscar soluciones a los problemas, se ha constituido un grupo de investigación promovido por profesores de la UP de Roma.

El proyecto, denominado Family & Media, dispone de una página web en tres lenguas (español, inglés e italiano) con artículos muy variados sobre estas temáticas: desde la representación de la familia en la prensa, en el cine, o en la televisión, hasta las implicaciones educativas de los videojuegos. 

La web contiene también reseñas de estudios especializados, artículos o libros de interés para las personas que trabajan en el ámbito de la defensa de la familia o de la educación al uso de los medios de comunicación en el ámbito familiar. Puede visitarse en la dirección: http://www.familyandmedia.eu/es/.

También forman parte de este grupo de investigación profesores de las Universidades de Lugano (Suiza), Navarra (España), Austral y Católica (Argentina), Concepción (Chile) y Sacro Cuore (Milán). 

Todos ellos, además de las actividades de asesoramiento a instituciones en defensa de la familia, proponen artículos para la página web, dirigen tesis doctorales o trabajos de investigación. Algunos de ellos se han ido publicando. Un ejemplo es el reciente volumen con diversos estudios en italiano y castellano titulado “Famiglia e media. Associazioni familiari e comunicazione”. 


viernes, 10 de febrero de 2012

CLAVES PARA UN MATRIMONIO FELIZ



Es una serie de doce impactantes documentales, junto con un original libro. Con un enfoque original e imágenes atractivas, estos documentales, de 12 minutos cada uno, recogen testimonios de más de 30 expertos de los cinco continentes en Orientación Familiar, Teología, Derecho y Ética matrimonial, además de parejas de casados y de novios. Es una coproducción entre Goya Producciones y Editorial Casals. 

DVD-1
1. ¿Conoces a tu pareja?
2. Noviazgo ¿Sin sexo?
3. ¿Matrimonio? ¿Para qué?
4. ¿Puede acabarse el amor?
5. ¿Qué añade el Sacramento?
6. La boda: ¿más que una fiesta?

DVD-2
7. ¿Cómo aman los esposos?
8. ¿Cuántos hijos?
9. ¿Qué tal nos entendemos?
10. ¿Qué peligros nos acechan?
11. ¿Hay felicidad sin valores?
12. ¿Cómo educar a los hijos?

Título Original: SÍ, QUIERO. 
Claves para un matrimonio feliz.
Nº de discos: 2
Duración: 144 min. ( 12 x 12 min.)
Calificación: Recomendada para todos los públicos
Idiomas: Español

lunes, 6 de febrero de 2012

Cómo convertir a un niño en un genio


Como pueden ver últimamente nos ha dado por los libros pero al estar en tiempo de jarana y vacaciones siempre hay más tiempo para leer hoy os traemos unos que dará que hablar y pensar. Que lo disfruten.
Todos los niños tienen dentro de sí el potencial necesario para convertirse en un genio. Sólo hace falta motivarlos de la manera adecuada para que lo desarrollen. Ésta es la tesis defendida por el experto en educación Fernando Alberca, autor del libro 'Todos los niños pueden ser Einstein' que se ha situado en los últimos meses entre los más vendidos en Europa.
Alberca asegura en esta entrevista que el título de su libro "no obedece a ninguna estrategia de márketing", sino que está plenamente convencido de que es posible que un niño se convierta en un genio si se le sabe motivar. Él, cuenta, tiene ocho hijos con edades comprendidas entre los cuatro y los 18 años y la mayor es capaz de leer 296 páginas por hora, es decir, lee un libro de tamaño medio en el mismo tiempo que cualquiera dedica, por ejemplo, a ver el capítulo de una serie en televisión.
"Entre mis hijos no hay ningún súper dotado", puntualiza Alberca, quien aclara que, en el caso de su hija, sí que ha estado estimulada para que sea capaz de alcanzar esa velocidad de lectura. De hecho, está convencido de que hay una causa detrás de cada fracaso escolar, de modo que si a ese niño que saca malas notas se le motiva de la manera adecuada "pasa de un fracaso enorme a sobresaliente".
Fernando Alberca.
Fernando Alberca.
Alberca se refiere a la vida de Albert Einstein para probar que su tesis es cierta. Cuenta que este científico no aprendió a leer hasta los siete años, su madre pensaba que era retrasado mental y su maestra lo calificó como "mortalmente lerdo". Hasta los 15 años, cuando un profesor le pidió su opinión en clase, "no encontró a las personas adecuadas para estimular su inteligencia, su motivación". La genialidad de Einstein, cuenta Alberca, reside en que fue capaz de usar el hemisferio derecho, el más creativo e intuitivo, para resolver problemas propios del hemisferio izquierdo, el más ordenado, el más racional, el más matemático.
"Cuando en un partido de fútbol Messi se adelanta a los otros jugadores nos parece muy brillante, nos parece genial y es porque ha ido un paso por delante al usar el hemisferio derecho". Por este motivo, este profesor señala como fundamental que un niño desarrolle los dos hemisferios cerebrales para desarrollar todo su potencial.
Si embargo, la enseñanza tradicional está diseñada "para desarrollar más el hemisferio izquierdo". "Todas las asignaturas se dividen en trimestres, en lecciones... Lo ordenado", enumera Alberca, para quien también es necesario motivar al hemisferio derecho, "más generalizador y que permite desarrollar la intuición".

Los dos hemisferios

La clave para que un niño desarrolle todo su potencial está, según Alberca, en ver cuáles son las partes del cerebro en las que se apoya menos y potenciarlas. "Los seres humanos son pianos con todas las teclas. Incluso por enfermedad puede faltar alguna tecla, pero siempre se puede sacar la melodía. Eso sí, depende del intérprete el que salga una melodía u otra", explica Alberca quien esta semana ha intervenido en el ciclo 'Encuentros de ciencia y pensamiento' organizado por la Diputación de Málaga.
De este modo, si en un niño predomina el uso del hemisferio izquierdo, el más racional, "no podemos explicarle algo" de forma que use sólo ese hemisferio, sino que hay que incentivar también el uso del derecho. Si tiene que resolver un problema de matemáticas en el que un chaval tiene cuatro canicas se le puede pedir que imagine cómo es ese niño, cuál es su color de pelo o cómo va vestido, pone como ejemplo.
"No aprendemos porque seamos inteligentes, sino que nos hacemos inteligentes al aprender"
"Nos hacemos inteligentes al ir aprendiendo, de modo que el ser capaz de resolver los problemas que nos angustian es lo que hace que esa inteligencia vaya creciendo", garantiza Alberca. "Por eso los padres tenemos la posibilidad de motivar de verdad a nuestros niños", defiende este escritor, quien expone que desarrollando cada parte del cerebro es posible estimular en los niños "la memoria, la concentración, la atención, la intuición, la imaginación, la creatividad", entre otras capacidades.

Cómo motivar a los niños

Llegados a este punto, ¿cómo motivar a los niños? Para Alberca es fundamental no confundir la motivación con el aliento. "No es decirle tú puedes. Eso es tipo de motivación usada por los norteamericanos que ya ha fracasado porque eso crea una oportunidad nueva de quedar mal y el niño tiene miedo al fracaso, poca autoestima".
Por el contrario, hay que enseñarle que "ha sido ya capaz de hacer cosas grandes" y, en concreto, es fundamental que no se hagan por él las cosas. "Hay que hacer que se abroche él el abrigo aunque tarde más que si lo hiciéramos nosotros. Hacerle que él resuelva sus pequeños problemas", enumera este profesor. "Al no protegerlo excesivamente lo hacemos capaz de resolver sus propios problemas", opina.
"Si queremos que nuestro hijo sea autónomo, capaz, que se sienta seguro ante un examen, tenemos que enseñarle cuanto antes a que sea independiente", afirma Alberca. ¿Es recomendable entonces que un padre esté con su hijo cuando hace los deberes? Este profesor cree que "si hay una persona que está con el niño haciendo las tareas debe pasar a separarse gradualmente". "Sí que puede estar al lado, pero no hace falta que, por ejemplo, le indique con el dedo los ejercicios que tiene que hacer".

El éxito de la curiosidad

Alberca sostiene que no hay niños que nazcan más o menos curiosos. Sí que "hay niños que han aprendido el éxito de la curiosidad". "Cuando un niño está muy espabilado en el fondo lo que ocurre es que ha aprendido que le da éxito, encuentra una satisfacción, parece más adulto, más mayor, le han preguntado los adultos. En definitiva, le satisface el resultado", asegura.
"Al no proteger a un niño lo hacemos capaz de resolver sus propios problemas"
¿Es recomendable esas agendas que tienen hoy en día los niños plagadas de actividades extraescolares? Para Alberca "puede ser una oportunidad de estimular partes de su cerebro, lo que pasa es que siempre tiene que dominar el niño la situación y no al revés". "Todo lo que es cargar el día de aprendizaje está bien pero hasta ciertos límites, porque donde aprende más cosas el niño es en casa, en el ámbito doméstico, con los abuelos, con los padres", explica.
Por este motivo, para educar a un niño "hace falta tiempo" y "quererle mucho", tanto como para intentar que "sea independiente cuanto antes", de modo que no se le sobreproteja. De hecho, en opinión de Alberca "el problema mayor de los niños ahora mismo es la sobreprotección no la falta de tiempo de los padres".pasan con ellos dándole muchas cosas materiales o consintiéndolos, expone.
¿Desde cuándo se puede educar a un niño para que se convierta en un genio? "Cualquier edad es buena para empezar", señala Alberca, quien garantiza que se puede actuar siempre sobre un hijo y quien advierte de que "el peor padre es el que no actúa".