lunes, 1 de julio de 2013
Diez claves para crecer en pareja
El amor no es algo abstracto.
Quizá comenzó como un corazón grabado en el tronco de un árbol (un icono es el
dibujo de la abstracción), pero sólo se hizo real cuando conformó un proyecto
de vida común que va creciendo a base de pequeñas hazañas cotidianas. Son tal
vez minúsculas, pero decisivas para mantener encendida la llama de ese amor que
nació con vocación de ser para siempre.
La vida en pareja es de esas
realidades que, si no crecen, mueren. No basta con repasar de vez en cuando con
la punta de la navaja aquel corazón tatuado, aunque también hay que hacerlo,
sino, sobre todo, hay que ir regando el árbol todos los días, abonándolo
periódicamente, podándolo en temporada y cuidándolo siempre.
El cuidado es esencial: ese estar pendiente para no descuidarnos de
lo que tenemos entre manos, pues de ello depende nada más y nada menos que
nuestra felicidad y la de nuestros hijos. Por eso, vale la pena tener presente
estas diez claves:
Tener objetivos vitales comunes. Desde que nos unimos iniciamos un
mismo proyecto de vida que no crece si cada cual va por su lado. La vida en
pareja no es un juego de sokatira, sino una barca con dos remos que hay que
acompasar.
Gozar de momentos juntos. La vorágine cotidiana nos puede llevar a
un cierto distanciamiento si no aprovechamos momentos para estar solos, salir a
cenar o pasar unos días juntos donde poder dedicarnos el uno al otro.
Consensuar un estilo educativo. Aunque hayamos recibido educaciones
diferentes, hemos de tener muy claro cómo educar a nuestros hijos, ir a una y
que no nos vean discutir por ellos.
Gestionar las relaciones con la familia molecular. La familia
nuclear (padres e hijos) está inscrita en una familia molecular (suegros,
abuelos, tíos, primos) que puede ser fruto de conflictos si no se toma la
distancia pertinente, pero también puede generar grandes beneficios afectivos y
de apoyo.
Respetarse siempre. No hay amor sin respeto. Si falta este pueden
saltar las chispas de los celos, evaporarse la equidad, generarse la
incomprensión e, incluso, ir naciendo la sombra del maltrato.
Cuidar las relaciones íntimas. La salud de una relación se decide
en la intimidad de la alcoba, la cual nunca ha de ser testigo de dos extraños
en la noche; allí el diálogo deber ser trasparente y profundo.
Administrar el tiempo libre. Muchos problemas de pareja tienen su
origen en una mala administración del tiempo libre, el cual puede ser, si no la
causa, sí la ocasión para que se produzca un enrarecimiento del ambiente.
Admirar al otro. La costumbre hace que demos cosas por sabidas o
sentidas, que nos cueste soltar un “te quiero” o un “qué guapo/a estás”, por
considerarlos redundantes. Se mira con los ojos, pero se admira con las
palabras.
Repartir las tareas domésticas. El reparto equitativo del trabajo
es una pieza importante para convertir la casa en un hogar donde todos
colaboren en una tarea común.
Comunicación. Es la clave de toda relación: saber escuchar y hablar
con franqueza. Para ello hay que colaborar en la comunicación, es decir,
esforzarnos por entender y hacernos entender.
No dejemos que ese corazón deje
de palpitar.
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