“Amar no es mirarse el uno al otro es mirar juntos en la misma dirección”

Antoine de Saint Exupery

viernes, 15 de mayo de 2009

"Mi familia... mi mejor empresa"

Hoy dia 15 de mayo dìa mundial de la familia, lo celebramos con este documento que ya hemos remitidos a algunos medios de comunicaciòn:

Precisamente este es uno de los conceptos que en A3F (Asociación de Familias Formando Familias) hemos visto como eje temático, en nuestros cursos de Orientación familiar.

Desde que empezamos en Santa Cruz hace ya cinco años, nos hemos constituido como la Asociación, que con un trabajo eminentemente práctico y dinámico vemos la realidad de la familia desde dentro, pues somos familias que trabajamos para formar familias, y en esto no nos valen las teorías, sino la realidad.

La realidad nos lleva hoy 15 de Mayo al día mundial de la familia y queremos decirlo bien alto: “Lo mejor que tienen ustedes en esta vida es su familia”.

En el hogar se hace posible un aprendizaje que resulta imprescindible: la necesidad de contar con los demás en nuestra vida, respetando y desarrollando los vínculos que nos entrelazan a unos con otros. Comprender que he de darme gustosamente cada día, viviendo con una sana atención y servicio a las personas que me rodean, es uno de los grandes tesoros que las familias, brindan a sus propios miembros y a toda la sociedad.

En esta escuela del amor que caracteriza a la familia, cuya base es el olvido de uno, se adquieren hábitos que necesariamente repercuten en beneficio del tejido social, a todos los niveles.

Por eso la familia es la célula de la sociedad y corrompida la familia corrompida queda la sociedad y la sociedad entra en una patología de muerte. Así lo vemos desgraciadamente, en tantos y tantos jóvenes que hoy en vida van al matrimonio sin saber qué es.

Los esposos deben comprender la gran proeza que implica la fundación de una familia, la educación de los hijos, la irradiación de valores a los hijos que repercutirán en la sociedad. De esta conciencia de la propia misión dependen en gran parte la eficacia y el éxito de su vida: su felicidad.

Felicidad que no está en buscarse cada uno a si mismo, sino en todo lo contrario, en saber darse y comprender a los demás. Que elocuente queda en la familia estas paradojas que se cantaban en la época medieval

SUFRE SI QUIERES GOZAR
BAJA SI QUIERES SUBIR
PIERDE SI QUIERES GANAR
MUERE SI QUIERES VIVIR

En este sentido uno de los grandes santos del siglo XX decía “ Pobre concepto tiene del matrimonio —que es un sacramento, un ideal y una vocación—, el que piensa que el amor se acaba cuando empiezan las penas y los contratiempos, que la vida lleva siempre consigo. Es entonces cuando el cariño se hace fuerte. Las torrenteras de las penas y de las contrariedades no son capaces de anegar el verdadero amor: une más el sacrificio generosamente compartido”

En este ejercicio de amor, de ceder por amor, hay que también tener en cuenta que este amor es y sólo vale la pena si dirige a nuestros hijos, por eso hay que asumir la responsabilidad de su educación

La educación corresponde principalmente a los padres. En esa tarea, nadie puede sustituirnos: ni el Estado, ni la escuela, ni el entorno. Supone una gran responsabilidad, un reto estupendo, de cuyo ejercicio consecuente dependen el presente y el futuro de los propios hijos y de la sociedad.

El ideal de los padres se concreta en llegar a ser amigos de sus hijos: amigos a los que se confían las inquietudes, con quienes se consultan los problemas, de los que se espera una ayuda eficaz y amable. La amistad con los hijos requiere tiempo y empeño constante por atenderlos, estar interesados por sus cosas, compartir con ellos afanes y proyectos.

Los padres podemos y debemos prestar a nuestros hijos una ayuda preciosa, descubriéndoles nuevos horizontes, comunicándoles nuestra experiencia, haciéndoles reflexionar para que no se dejen arrastrar por estados emocionales pasajeros, ofreciéndoles una valoración realista de las cosas. Unas veces prestaremos esa ayuda con su consejo personal; otras, animando a los chicos a acudir a otras personas competentes: a un amigo leal y sincero, a un experto en orientación profesional.

Hay que enseñarles a nuestros hijos las obligaciones que corresponden a su situación como personas. Se trata, en definitiva, de acompañarles en el camino de la vida en las cosas más terrenas y en aquellas más altas.

Así pues cuando uno entiende así las cosas, se percata que primero es el matrimonio y nuestros hijos el mejor negocio.

ALEJANDRO Y MARCIA CRONENBOLD
Asociación familias formando familias A3F
formandofamilias@gmail.com

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