En nuestra época tiene una especial importancia reflexionar y hablar sobre la familia y el matrimonio, porque la salud de estas instituciones está deteriorada. Hace no muchos años, sobre todo en nuestro medio, las personas aprendían, con un alto grado de corrección, el esquema teórico y práctico de funcionamiento de estas instituciones sociales, a partir de lo que vivía en sus propias familias, de lo que veían en las familias de su entorno y de los patrones familiares que observaban en los medios de comunicación audiovisuales. El los últimos años se han producido tales cambios sociales que se han resquebrajado los esquemas mentales de la mayoría de los ciudadanos. Incluso están apareciendo modelos de funcionamiento sentimental y familiar que carecen de la garantía que proporcionaban los anteriores avalados por la acrisolada experiencia de siglos.
Hay muchas personas, con diversos puntos de vista, que están escribiendo y aportando ideas sobre este candente tema. Yo quiero unirme a estas personas y aportar mi grano de arena con varios consejos razonados, desde la experiencia que me ha aportado mi dedicación a enseñar en la carrera de ciencias de la educación y a trabajar en un Departamento de psiquiatría
La primera de mis sugerencias es una advertencia sobre el peligro que, a modo de una cáncer, supone el egoísmo de los cónyuges para el amor y estabilidad del matrimonio y, por ende, para
Algunas manifestaciones del egoísmo en la vida matrimonial son la insistencia en reivindicar mi tiempo (horarios de comidas, entradas y salidas), mis aficiones, mi trabajo, mi descanso, mis horas de sueño, mis cosas (sentirse propietario en exclusiva de la casa, el coche, ciertos lugares y objetos), mis ideas sobre las cosas (desde las más materiales -decoración y la educación de los hijos- hasta las más abstractas -el sentido de la vida-), mis razones (tener siempre la razón o la última palabra en todo), mis gustos o preferencias, mi sensibilidad (cosas o personas que no puedo soportar, aunque sea mi madre política).
El segundo consejo es fomentar y conservar la admiración de los esposos entre sí. La admiración por una persona es como la fuerza de atracción de un imán hacia los metales. Esa fuerza nos lleva a querer estar con esa persona, a tratarla con mimo (siempre se mima lo que se admira). Se admira lo bueno, lo bello, lo valioso. Es preciso que cada esposo sepa descubrir cada días las cosas buenas de su cónyuge. Al mismo tiempo, cada esposo ha de procurar ser y estar mejor cada día a la vista de su cónyuge. Somos seres marcados por los sentidos, sobre todo por
Cuidar la higiene, la educación en el comer; la corrección en le vestir, en el hablar y en la vida de social; la elegancia, el saber estar y conversar, ect., contribuyen a ser mejor, al menos en apariencia. Si además, se procura progresar interiormente con el desarrollo de hábitos buenos (virtudes): orden, laboriosidad, sinceridad, sencillez, naturalidad, tolerancia, sobriedad, humildad, etc., es difícil no amar y admirar más cada día al compañero de viaje de
La tercera sugerencia es la necesidad de una adecuada comunicación intelectual, afectiva y sensorial entre los esposos. La peculiar característica humana de ser racionales conlleva la necesidad de pensar, tener ideas, y de poner a prueba esas ideas sometiéndolas al juicio de los demás mediante el lenguaje oral o escrito. Cuando las personas comparten unas mismas ideas se sientes unidos intelectualmente, lo cual promueve, a su vez, una sintonía emocional -alegría, pena, esperanza, enfado, etc., según el contenido de la ideas que se comparten-. Esta relación entre intelecto y afectividad tiene una doble dirección, pues, también, cuando hay un afecto positivo entre dos personas tienden a ponerse de acuerdo en las ideas: “dime con quien andas y te diré como piensas”. Así pues, cuando se apaga el afecto se apaga el acuerdo en la ideas y surgen las discusiones, y, viceversa, cuando hay desacuerdos y discusiones frecuentes se corre el peligro de perder el cariño.
El dialogo entre los esposos es una necesidad de la propia naturaleza humana racional y consecuencia del cariño mutuo. Esto requiere un esfuerzo para buscar el tiempo y las ganas para el diálogo, para escuchar y para respetar las ideas del otro, intentando buscar los puntos de contacto o acuerdo y no tanto las discrepancias con objeto de rebatir y afirmar la propia superioridad intelectual con
La comunicación afectiva, ya citada poco antes, tiene matices propios, algunos de los cuales voy a señalar ahora. Para la plena comunicación exigida en el matrimonio, es necesaria la comunicación de emociones y sentimientos, no basta el intercambio de ideas y opiniones. Además, la comunicación de ciertas emociones como una amable sonrisa o una mirada de cariño -que expresan gestualmente un estado emocional- puede facilitar la comunicación de ideas, preocupaciones, intereses, etc..
Los esposos han aprender a conocer sus estados emocionales y a comunicarlos abiertamente: estoy cansado, preocupado, contento, enfadado, para evitar canalizar inadecuadamente estas emociones, o construir un mundo afectivo personal no compartido con el ser querido con el que se vive. De modo especial, han de comunicarse con frecuencia que se quieren, mediante gestos, hechos y palabra. Además de saber expresar, gestual y oralmente, las propias emociones, es preciso aprender a descubrirlas y entenderlas en los gestos del cónyuge, y han de saber ponerse en sintonía emocional con él, para así fortalecer la unión entre ellos. Cuando se da este grado de empatía entre los esposo es posible que una de ellos, al conocer el estado emocional negativo de su cónyuge -preocupación, estrés, tristeza- pueda aliviárselo compartiéndolo y pueda cambiárselo trasmitiéndole sus propias emociones de signo positivo -optimismo, relax, seguridad y confianza-.
Para finalizar este apartado de la comunicación, señalo unas ideas sobre la comunicación sensorial o física. Los esposos han de verse, oírse, saborear juntos apetitosas comidas y han he reconocer el olor respectivo, cuidando que cada una de estas sensaciones sea siempre agradable, pero quiero hacer un comentario un poco más amplio sobre la comunicación táctil. El tacto es el primer canal de comunicación de todo hombre con el mundo. Cuando nacemos el tacto es el sentido más desarrollado, y a través de él se establece una fuerte comunicación afectiva con los padres, sobre todo con
La siguiente idea que quiero sugerir a los esposos es que luchar juntos por proyectos compartidos une mucho, y cuanto más grandes y nobles son estos proyectos más fuerte es
Respecto al entusiasmaste proyecto de procreación y educación de los hijos, quiero señalar unas pocas
Una sugerencia más es la conveniencia de hacer del hogar un lugar agradable, un remanso de paz y tranquilidad, un lugar donde se recuperan las fuerzas físicas, morales, afectivas y espirituales, para salir al mundo a luchar para lograr las metas perseguidas. Como consecuencia surge el deseo de llegar a casa, de estar en casa, de dedicar tiempo
La última sugerencia tiene un sesgo médico, lógica consecuencia de mi profesión, y es la necesidad de cuidar la salud física: “mens sana in corpore sano”. Cuando estamos físicamente bien toda nuestra persona está bien, y en mejores condiciones para desempeñar nuestro papel de buenos esposos, buenos padres, buenos trabajadores, buenos amigos, buenos ciudadanos. Esto supone tener unos arraigados hábitos de higiene física: dormir de
Comprendo que se pueden sentir un poco incómodos por la dificultad de llevar a la práctica estas sugerencias. Quizá piensen que es fácil decir o escribir sobre lo adecuado de las cosas, y, en cambio, difícil llevarlas a la práctica, pero no imposibles. Como la ideas mueven el mundo, yo he querido exponer estas ideas para mover al que le parezcan oportunas a llevarlas a la prácticas, y cuando nos movemos en la dirección oportuna avanzamos hacia la meta -la felicidad y fidelidad familiar-, llegar a ella es cuestión de tiempo. Y aunque tardemos mucho tiempo, “nunca es tarde si la dicha es buena”.
Fernando Sarrais Oteo
Profesor de Psicopatología de la Educación
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